CUNIRAYA HUIRACOCHA
La historia cuenta que Cuniraya era una huaca (o sea, un dios) a quien le gustaba tomar la apariencia de un hombre de la calle. Se enamoró de una mujer de nombre Cahuillaca. Ella era una doncella muy hermosa y nunca había sido tocada por ningún hombre. Un día ella se encontraba tejiendo al lado de un árbol. Cuniraya se percató de que tenía frutos en la parte de arriba, y lanzó un fruto. Si ella se comía dicho fruto, quedaría embarazada. Cahuillaca se comió con mucho gusto el fruto y quedó embarazada. A los 9 meses tuvo un hijo y lo amamantó hasta que cumplió cierta edad. Ella no sabía a quién pertenecía el título de padre, y citó a todas las huacas para que el hijo hiciera el reconocimiento. Todos se vistieron con sus mejores prendas y fueron a la reunión.
Una vez allí, todos estaban sentados de forma natural menos Cuniraya, quien estaba en una esquina con su capa sucia y sus harapos. Ningún huaca reconocía al hijo de Cahuillaca como suyo, y ella no le preguntó al hombre de la esquina. Al ver que nadie se hacía responsable por el niño, ella lo dejó gatear para que se acercara a su padre. El niño no reconoció a nadie hasta que volteó a la esquina en donde estaba Cuniraya. Gateó hacia el lugar e intentó trepar por sus pies.
Al ver que el padre era ese, Cahuillaca dijo: «¡Ay de mí! ¿Cómo habría yo de dar a luz un hijo de un hombre tan miserable?». Se dispuso a correr y Cuniraya quiso ganar su amor. Se vistió de oro, se transformó y se decidió a perseguirla. Él intentaba que ella volteara para reivindicarse, pero nunca lo hizo. Cuenta la leyenda que llegó hasta Pachacamac, mar adentro, y ambos se transformaron en piedra. Actualmente se pueden conseguir dos piedras con formas humanoides en este sitio. Se dice que Cuniraya, mientras iba buscando a Cahuillaca, fue maldiciendo y beneficiando animales y personas en su camino.
- LA CASA MATUSITA
El Inicio de la leyenda se dio en agosto de 1753. Se dice que una mujer de ascendencia persa, llamada Parvaneh, llegó a Lima y se instaló en la mencionada casa. En el pasado ella se dedicaba a la sanación de enfermedades incurables, por lo que se le consideraba una hechicera. Pero, según cuenta la leyenda, nunca realizó hechizos para hacer daño, solo usaba sus poderes para el bien.A pesar de eso, en julio de 1754 la Santa Inquisición la tomó presa y la torturó hasta que admitió, obligada, ser seguidora del demonio. Fue así como Parvaneh fue condenada a morir en la hoguera en octubre de 1754, no sin antes lanzar una maldición sobre la casa que habitaba. Se dice que es a partir de este momento cuando la maldición comienza a tomar vidas o a cobrar muertes. La casa se mantuvo deshabitada hasta el siglo XIX, época en la que una familia de japoneses se mudó allí, luego de su reconstrucción. En la casa constantemente se oían voces y veían sombras, por lo que para la familia era imposible dormir.
La situación se hizo tan insostenible que el padre comenzó a enloquecer y maltrataba a sus empleados, física y psicológica mente. Hartos de estos tratos y de los hechos paranormales sucedidos, el mayordomo y la mucama decidieron realizar una ceremonia macabra en la que el patrón fue descuartizado. Cuenta la leyenda que si te atrevías a ingresar a la casa por más de cinco minutos, podrías visualizar los hechos ocurridos dentro del lugar y que los susurros, conversaciones, gritos y sonidos de objetos te volvían loco al instante.
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